Más de 30 trabajadores a la orden del magnate británico no dejaron pasar a uno de los grupos de la Marcha Soberana, que reunía a más de 500 militantes. En el lugar, los caminantes se encontraron con un grueso portón de hierro, con candados y cadenas, como primera barrera para impedir el ingreso de manifestantes, en tanto que en el interior del Tacuifí se ubicaron más de 30 peones rurales montados a caballo, con rebenques y gomeras, y otros tantos hombres y mujeres a las órdenes de Lewis.