La relación entre el Gobierno y el sector agropecuario atraviesa uno de los momentos más tensos del año. El pasado 30 de junio se cerró definitivamente la rebaja temporal de retenciones sobre la soja, el maíz, el sorgo y el girasol, medida que había otorgado un respiro limitado a los productores en un contexto de márgenes ajustados. Sin posibilidades de prolongar esa baja impositiva, el Ejecutivo decidió acelerar anuncios de inversión en infraestructura, con la expectativa de descomprimir la presión creciente que ejercen las entidades rurales.