Los líderes dialogaron sobre temas como la pobreza, la persecución religiosa e intelectual, la supresión de las libertades básicas y el desplazamiento de muchos pueblos en la región. En una reunión de trascendencia para Irak y la región, el pontífice visitó a Al-Sistani en su residencia de Najaf, 150 kilómetros al sur de la capital Bagdad, una ciudad considerada santa por el chiismo, rama que incluye a cerca del 10% de los 1.900 millones de musulmanes del mundo pero representa a casi dos tercios del islam iraquí.