Por Miguel Horacio Galarza - Esta nota de opinión fue publicada el 08 de febrero de 2022, y el autor solicitó volver a publicar “Creo que tiene actualidad dado que "ahora" parecen descubrir que los subsidios son malos”.
Goya, 08/02/22
Los subsidios a los usuarios de servicios públicos es un mecanismo de redistribución del ingreso de dudosa y cuestionada efectividad. En su presuntuoso enunciado, se propone garantizar -supuestamente- el acceso a una parte de la población de determinados bienes hasta un nivel de subsistencia. Hasta aquí son -en teoría- inobjetables los fines que se persiguen.
Pero antes de ir al meollo de la cuestión, considero pertinente realizar un par de aclaraciones. En primer lugar, debo asumir -definitivamente- el riesgo que me acarrea escribir sobre temas en los que no soy experto ni matriculado en materia alguna. No obstante, debo admitir en este sentido, que casi siempre me es imposible dominar y frecuentemente me rindo ante ese hormigueo e inquietud permanente que recae en mí por temas que son de interés público.
En segundo lugar y no por eso menos importante, me gustaría que estas modestas líneas sirvan para sembrar conciencia y preguntarse: ¿Por qué no contradecir el discurso político pseudo progresista? y pensar razonablemente que los subsidios nacionales masivos solo generan consecuencias negativas.
A los usuarios, porque al no pagar el precio de equilibrio de mercado hace que se pierda noción de su costo real y esa miopía genera un mal uso dilapidando recursos que no son renovables.
A las empresas, porque le quitan rentabilidad y por ende le anula posibilidad de inversión dado que el Estado sólo aporta los recursos mínimos para compensar los gastos corrientes de explotación. Porque es fácilmente demostrable que los subsidios “benefician” a solo una parte de la comunidad que usufructúa los mismos y que la cuenta es “pagada” por todo el resto. Para que se entienda bien, permítaseme apelar a ejemplos comprensibles para “Doña Rosa”. El subsidio que por ejemplo reciben las llamadas energéticas (Edenor y Edesur) que son las proveedoras de energía eléctrica para Capital Federal y el AMBA. Si, como se estarán imaginando es pagado con los impuestos de “todos” los contribuyentes que poseen y no poseen “Luz”. Otro ejemplo: hace poco un “iluminado” diputado presentó un proyecto (que fue aprobado) en el que se refuerza el subsidio al gas en toda una gran parte del país llamada zona “fría”. La provincia de Buenos Aires está completa por supuesto. A los del norte, de la zona “caliente” que nos parta un rayo está claro. Y además de los subsidios al gas, el agua corriente, trenes, transporte de colectivos, Aerolíneas Argentinas Etc Etc, idem. Todo un festival de subsidios. En síntesis: El Estado presente como les encanta decir a los populistas… y con el 50% de pobres y creciendo.
¿Cómo afectan los subsidios a la economía global de un país?
Según la teoría pseudo progresista, la introducción de subsidios tiende a favorecer el acceso de determinados bienes (que sí ocurre) con la intención de incrementar la oferta (que no ocurre) en una regla directa.
Como queda claro, está idea redistributiva posee de raíz un pecado original. Esto es, que estimulando artificialmente el consumo de un determinado bien para algunos, solo se consigue un resultado distinto al buscado. Que al final del camino TODOS estemos peor.
Con el fin de contribuir a que este argumento en contra de los subsidios sea lo más sólido posible, a continuación cito algunos ejemplos demostrativos de los números que significan semejante dispendio. Son datos técnicos y numéricos comprobables que para rebatir se deben realizar en el mismo lenguaje.
Todo indica que durante el año 2021 el costo que tendrá para el Estado mantener el congelamiento de tarifas rondará el billón de pesos. Alrededor de U$S 9.800.000.000 al cambio oficial.
Algunas comparaciones que llamaron mi atención: Consumo anual de harina de trigo: en torno a los 90 Kg/hab/año. Si hacemos el cálculo de 45 millones de habitantes y multiplicamos por los kilogramos de consumo anual tenemos una cifra aproximada de U$S 2.150.000.000.-
Consumo anual de leche 42 Lts/hab/año. El resultado es U$S 1.400.000.000.-
Como es dable observar claramente, la suma de harinas y leche que consumen los argentinos apenas supera levemente el 30% de lo que nos cuesta a TODOS los argentinos el subsidio a las energéticas. Y así podemos seguir con la serie de cálculos. Aunque considero que con esta pequeña y significativa muestra es más que suficiente para tomar conocimiento de semejante despropósito.
Hay una máxima de la que habitualmente me hago eco: si se continúa haciendo lo mismo o peor aún se profundiza, nada indica que obtendremos resultados diferentes.