El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, aseguró este domingo al asumir su tercer mandato que su gestión deberá "reconstruir el país" tras el "proceso de destrucción nacional" que ejecutó su antecesor, Jair Bolsonaro, defendió a la democracia como la gran victoriosa en las elecciones e hizo un diagnóstico "aterrador" sobre la herencia recibida en términos de políticas públicas.
En el discurso de investidura, Lula enfatizó que su prioridad en política externa será Latinoamérica, el Mercosur, la Unasur, los Brics y una relación "activa y altiva" con sus principales socios comerciales extrarregionales, como China, Estados Unidos y la Unión Europea.
Luiz Inácio Lula da Silva juró este domingo en el Congreso como nuevo presidente de la República Federativa de Brasil para el período 2023-2027. Luego de su primer discurso presidencial, el mandatario caminó por la rampa del palacio presidencial de Planalto, donde recibió la banda presidencial y tomó la palabra en su segundo discurso ante unas 40.000 personas.
"Buenas tardes, pueblo brasileño. Mi gratitud hacia ustedes que enfrentaron la violencia política antes, durante y después de la campaña electoral". inició Lula da Silva su segundo discurso presidencial, esta vez desde el balcón del Palacio de Planalto, tras haber jurado como presidente en el Congreso de la Nación. Y agregó con la voz quebrada: “Es uno de los días más felices de mi vida”.
En un discurso marcado por la crítica al gobierno predecesor de Jair Bolsonaro, el nuevo mandatario reprochó que la derecha brasileña se haya "apropiado" de los colores de la bandera para su campaña. A pesar de esto, aclaró que gobernará para todos los brasileños: "Voy a gobernar para 215 millones de brasileños, para todos y todas, mirando a nuestro futuro y no al pasado de intolerancia. Es hora de fortalecer los lazos de familia, que fueron rotos por tanto odio y mentiras, armamentos y bombas, no necesitamos de eso".
En ese sentido, remarcó: "No hay dos Brasil, somos un único pueblo. Compartimos una misma virtud: no desistimos nunca. Siempre es el tiempo de repartir y la primavera ha llegado". Y agregó: "Es hora de terminar con el discurso de odio". "El pueblo brasileño necesita paz", sostuvo en una invitación a la unidad.
En esa línea, el presidente reafirmó que va a "cuidar a todos los brasileños". "Asumo el compromiso de cuidar de todos los brasileños y brasileñas y de acabar con el hambre. Sacaré a la gente de las colas en las carnicerías para pedir huesos para comer. Lejos de cualquier nostalgia, nuestro legado será el espejo del futuro de lo que vamos a hacer por nuestro país".
En el inicio de su tercer mandato presidencial, Lula recordó su primera gestión como mandatario de Brasil. "En 2003, en esta misma plaza, asumimos el compromiso de recuperar el destino del pueblo brasileño, para mejorar las condiciones de vida de las personas. El compromiso fue luchar contra la desigualdad y la pobreza. Acabamos con el hambre y la miseria, pero hoy, 20 años después, volvimos a ese pasado", denunció. "La desigualdad y la pobreza han vuelto, están de vuelta y es un crimen, el más severo contra el pueblo brasileño. El hambre es la hija de la desigualdad", sostuvo.
En línea con las críticas de la gestión de Bolsonaro, quien no estuvo presente en la ceremonia por viajar a Estados Unidos, el actual presidente lloró al hablar de la pobreza resultante del mandato del líder ultraderechista. "Brasil ha vuelto a ser uno de los países más desiguales del mundo, hace tiempo que no se veía a tanta gente buscando alimentos en la basura o familias con hambre. Los niños deben estar en las escuelas, los trabajadores no deben exhibir un cartón diciendo que necesitan ayuda", expresó.
Rememorando el pasado, agregó: "Jamás hemos sido irresponsables con el dinero público, hemos honrado nuestras deudas, tuvimos superávit fiscales. No habrá gastos innecesarios y vamos a invertir en nuestro bien más precioso, que es el pueblo brasileño. Mucho de lo que hemos construido en 13 años fue destruido en la mitad de tiempo. Primero, con la destitución de Dilma. Luego, con cuatro años de un Gobierno cuyo legado negativo la historia no olvidará". A pesar de las críticas al exmandatario, Lula aseguró que "no estamos interesados en vivir en el pasado".
Asimismo, el flamante presidente se mostró optimista de cara a su mandato. "Hoy la alegría vuelve a Brasil. Es una fiesta de la democracia", manifestó. Con respecto a la finalización de la gestión del líder ultraderechista, aclaró que "la pesadilla ha terminado".
"En estos últimos hemos vivido uno de los peores períodos de nuestra historia, una era de sombra y mucho sufrimiento. Esta pesadilla ha llegado a su fin por el voto soberano, en una elección que ha demostrado su compromiso con la democracia. Debemos mirar hacia adelante y olvidar las diferencias. Nos une el amor por Brasil", sostuvo Lula.
Haciendo foco en la lucha contra el hambre y la transición de una gestión que calificó "desastrosa", el actual presidente declaró la guerra contra "la desigualdad": "Debemos luchar con todas las fuerzas contra todo lo que hace tan desigual a Brasil. Debemos formar un frente amplio que involucre a toda la sociedad en la lucha contra la desigualdad".
En ese sentido, sostuvo que "estamos comprometidos a combatir día y noche todas las formas de desigualdad. Ingresos, género y raza. Desigualdad entre los que tiran la comida y los que solo comen las sobras". Y agregó: "Es inadmisible que el 5% más rico tenga la misma participación en los ingresos que el 95% restante".
Al cierre de su oratoria, volvió a invocar la unión entre todos los brasileños: "Es un tiempo de unión y reconstrucción de nuestro país. Hago un llamado para tener un país más justo y democrático. Pido a cada uno de ustedes que la alegría de hoy sea la materia prima de la lucha de mañana". Al grito de "Viva el pueblo brasileño", Lula concluyó su segundo discurso presidencial.